¿Aceptará Europa a los presos de Guantánamo exculpados?
16 de diciembre de 2008
Andy Worthington
Mientras continúan los rumores sobre los planes
de Barack Obama de cerrar la tristemente célebre prisión de Guantánamo, un país
de la Unión Europea, Portugal, aprovechó la oportunidad que le brindaba el
pasado miércoles el 60 aniversario de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos -uno de cuyos artículos
declara: "Toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él,
en cualquier país, para evitar la persecución"- para anunciar que estaba
dispuesto a aceptar a los presos de Guantánamo que no pudieran ser repatriados,
y a instar a otros países de la UE a hacer lo mismo.
En una carta a otros dirigentes de la UE, Luís Amado, Ministro de Asuntos Exteriores de Portugal, declaró: "Ha
llegado el momento de que la Unión Europea dé un paso adelante. Por principio y
por coherencia, debemos enviar una señal clara de nuestra voluntad de ayudar al
gobierno de Estados Unidos en ese sentido, concretamente mediante el
reasentamiento de detenidos". En lo que respecta al gobierno portugués,
estaremos disponibles para participar".
La oferta portuguesa aborda un problema que ha asolado Guantánamo durante años y que es, además, uno de los principales
obstáculos a la promesa
de Barack Obama de cerrar la prisión: ¿qué hacer con los presos que han sido
autorizados a salir de Guantánamo tras múltiples revisiones militares, pero que
no pueden ser liberados debido a los tratados internacionales que impiden la
devolución de ciudadanos extranjeros a países donde corren el riesgo de ser torturados?
Estos hombres, al menos 60 de los 255 presos restantes, proceden de países como Argelia, China, Libia, Túnez y Uzbekistán.
Ya no se les considera una amenaza para Estados Unidos o sus aliados, pero
permanecen en Guantánamo porque, hasta ahora, sólo un país ha dado un paso al
frente para dar un nuevo hogar a los presos exculpados. Albania aceptó a ocho
presos exculpados: cinco
uigures (musulmanes de la oprimida provincia china de Xinjiang) en mayo de
2006, y otros
tres (un profesor argelino, un clérigo egipcio y un refugiado de la antigua
Unión Soviética) en diciembre de 2006.
Una semana después de la victoria electoral de Barack Obama, varios grupos de derechos humanos -entre ellos Amnistía
Internacional y Human Rights Watch- lanzaron en Berlín una campaña destinada a
persuadir a los gobiernos europeos de que aceptaran a los presos exculpados,
pero hasta que el gobierno portugués se pronunció la semana pasada, la
respuesta había sido tibia.
El 13 de noviembre, Amnistía Internacional anunció que Suiza había denegado las solicitudes de asilo de tres presos
exculpados de Argelia, China y Libia,
y el 12 de diciembre el Irish Times confirmó que el ministro de Justicia,
Dermot Ahern, había declarado que el gobierno irlandés "no contemplaba el
reasentamiento de ningún preso de Guantánamo", lo que aparentemente
frustró las esperanzas del refugiado uzbeko Oybek Jamoldinivich Jabbarov,
vendido a las fuerzas estadounidenses en Afganistán hace siete años, de que
finalmente pudiera ser excarcelado de Guantánamo.
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Además, la organización benéfica de acción legal Reprieve, cuyos abogados representan a
una treintena de presos de Guantánamo, no ha logrado hasta ahora interesar al
gobierno británico para que acepte el regreso del ciudadano argelino Ahmed
Belbacha (foto, izquierda), Tampoco ha logrado convencer al gobierno francés
de que acepte a Nabil Hadjarab, antiguo residente con familia en Francia, ni de
que reasiente a seis
tunecinos y un egipcio
que residían en Italia. Otro país, Suecia, que gozaba de una amplia imagen de
simpatía hacia los refugiados, echó por tierra todas las esperanzas de liderar
la repatriación de presos de Guantánamo en junio de este año, cuando denegó el
asilo a Adel
Abdul Hakim, uno de los cinco uigures liberados en Albania. Hakim había
solicitado asilo en noviembre de 2007, tras conseguir un visado para visitar a
su hermana, que forma parte de una comunidad uigur en Estocolmo.
Uno de los principales obstáculos para el apoyo europeo, por supuesto, ha sido la falta de voluntad de la administración
Bush de aceptar la responsabilidad de sus propios errores trabajando para
garantizar la liberación de los prisioneros exculpados en Estados Unidos.
Durante varios años, funcionarios del Departamento de Estado han recorrido el
mundo intentando persuadir a terceros países para que acepten a algunos de
estos hombres, pero sin éxito. Su fracaso se debe en parte a que la
administración se niega a admitir que los prisioneros capturados en la
"guerra contra el terror" sean inocentes capturados por error,
prefiriendo referirse a ellos como "combatientes que ya no son
enemigos" o "combatientes enemigos" que han sido "aprobados
para su traslado", pero también se debe a que la administración ha adoptado
un tono hiriente con otros países, reprendiéndoles por no ayudar, en lugar de
dirigirse a ellos de forma conciliadora.
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Desgraciadamente, los comentarios realizados desde el anuncio portugués por el asesor jurídico
del Departamento de Estado, John Bellinger, no han hecho nada para sugerir que
la actitud predominante haya cambiado. En declaraciones a Reuters,
Bellinger calificó la carta de Luis Amado de "extraordinariamente
significativa". Reveló: "Es la primera vez que cualquier país,
excepto Albania, ha declarado privada o públicamente que está dispuesto a
reasentar a detenidos de Guantánamo que no sean sus propios nacionales."
Esto no era estrictamente exacto, ya que Alemania,
España
y el Reino
Unido también han aceptado el retorno de residentes legales, pero lo que
hizo que los comentarios de Bellinger fueran especialmente preocupantes fue
cuando añadió: "Realmente es la primera grieta en el hielo de lo que ha
sido la oposición europea a ayudar con Guantánamo de cualquier forma. Durante
cinco o seis años ha habido críticas constantes, pero ninguna oferta
constructiva de ayuda... Europa tiene que dejar de limitarse a pedir su cierre,
sino dar un paso al frente y ayudar realmente a su cierre".
Como resultado de estos comentarios tan poco útiles, parece probable que la difícil situación de los refugiados de
Guantánamo en el limbo no cambie hasta que Barack Obama tome el relevo de
George W. Bush en enero, cuando, con suerte, podrá amordazar las críticas del
Departamento de Estado a los aliados de Estados Unidos y conseguir la
cooperación como parte de su periodo de luna de miel. Sin embargo, la buena
voluntad por sí sola puede no ser suficiente para convencer a otros países de
que ayuden al nuevo Presidente a cerrar Guantánamo. En declaraciones al Washington
Post, Jennifer Daskal, asesora principal en materia antiterrorista de
Human Rights Watch, sugirió que el anuncio portugués podría ser "el inicio
de una tendencia", pero añadió que creía que la cooperación europea
dependería de la voluntad de Estados Unidos de acoger también a los presos
exculpados. "La nueva administración Obama", dijo, "va a tener
que impulsar esto aceptando a algunos de los detenidos".
En particular, el presidente Obama tendrá que abordar la difícil situación de los 17 uigures que permanecen en
Guantánamo. Con la excepción de cinco
argelinos bosnios, cuya liberación fue ordenada el mes pasado por el juez
de distrito Richard Leon, después de que se le permitiera revisar las pruebas
del gobierno contra los hombres, y dictaminó que la administración no había
podido establecer un caso para retenerlos, los uigures son los únicos
prisioneros en Guantánamo que han sido absueltos de ser "combatientes enemigos."
En junio, cuando por fin se permitió a un tribunal de apelación revisar el caso contra uno de los hombres, Huzaifa
Parhat, los jueces echaron por tierra las alegaciones del gobierno,
dictaminando que la condición de "combatiente enemigo" de Parhat no
era válida y comparando las pruebas del gobierno con un poema sin sentido de
Lewis Carroll, el autor de Las aventuras de Alicia en el país de las
maravillas. En los meses siguientes, el gobierno dejó de intentar demostrar
que alguno de los uigures era "combatiente enemigo", y cuando su caso
llegó al Tribunal de Distrito de Washington D.C. en octubre, el juez Ricardo
Urbina dictaminó
que su detención continuada era inconstitucional y ordenó su puesta en libertad
en Estados Unidos, ya que no se había encontrado ningún otro país que los aceptara.
Desgraciadamente para los uigures, el gobierno, que seguía embriagado por los sueños de poder ejecutivo sin
restricciones que lo habían sostenido durante más de siete años, se negó a
aceptar que la trascendental
sentencia del Corte Supremo de junio, que concedía a los presos de
Guantánamo "el privilegio del habeas corpus para impugnar la legalidad de
su detención", también sostenía que "la facultad de un tribunal en
virtud de la orden judicial debe incluir 'la autoridad para ... dictar ... una
orden que ordene la puesta en libertad del preso'".
Argumentando de hecho que los caprichos del ejecutivo triunfaban sobre la decisión de un juez, el gobierno también intentó
resucitar las afirmaciones de que los uigures estaban implicados en la
militancia, a pesar de que se había establecido sin lugar a dudas que sólo
tenían un enemigo -el gobierno chino- y a pesar de que la propia administración
había abandonado cualquier afirmación de militancia cuando aceptó que ninguno
de los hombres eran "combatientes enemigos".
Los jueces del tribunal de apelación aún tienen que dictar una sentencia definitiva sobre los uigures, pero mientras
tanto, la semana pasada quedó patente, en los comentarios que John Bellinger
hizo a la BBC,
que apoya las opiniones carentes de principios e injustificables del gobierno,
cuando afirmó que los uigures estaban "debidamente detenidos" porque,
aunque "querían luchar contra los chinos", "estaban en campos de entrenamiento".
Las palabras de Bellinger no sólo sugieren, increíblemente, que la administración cree que está justificado retener como
"combatiente enemigo" a cualquiera que haya asistido a cualquier tipo
de campo de entrenamiento militar (incluso a los que no tienen conexión alguna
con Al Qaeda o los talibanes); también cortan cualquier esperanza de que otro
país esté dispuesto a aceptar a los uigures. Para que Barack Obama consiga
cerrar Guantánamo, no sólo tendrá que repudiar opiniones como éstas, sino que
también tendrá que encontrar el valor para acatar la decisión del juez Urbina
de que retener a los uigures es inconstitucional, y garantizar su liberación a
las comunidades de Washington D.C. y Tallahassee, Florida, que ya han hecho planes
detallados para acogerlos. De lo contrario, su misión de cerrar Guantánamo
y recuperar el prestigio moral de Estados Unidos podría estar condenada al fracaso.
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